martes, 26 de marzo de 2013

Ambiente familiar

Un buen ambiente favorece la salud y la recuperación de enfermedades.

Una buena actitud con nuestros familiares favorece la recuperación de enfermedades.


Los cuidados físicos nos son suficientes para una buena recuperación. Los avances de las llamadas neurociencias aplicadas a la salud, han arrojado una gran cantidad de información que muestran la importancia de las palabras, de los pensamientos, de lo que oímos, de lo que decimos. Un ambiente adecuado favorece la recuperación de las enfermedades o lesiones. Ya no se trata solo de la ingesta de un fármaco o de una dieta correcta, o de un tratamiento manual. El recibir apoyo, actos de cariño, comprensión, escucha, empatía, etc., también son importantes para conquistar la salud perdida o para recuperarse de un tiempo de convalecencia. Aquellas personas que se sienten apoyadas y que se mueven en un ambiente favorable se recuperan antes, cicatrizan sus heridas con más rapidez, las fracturas se consolidan antes, el tiempo de convalecencia es menor y el estado de ánimo es más óptimo.

Los cuidados efectivos y afectivos tienen una gran influencia en las personas. Sentirse amados, comprendidos y escuchados pone en marcha mecanismos neurológicos y hormonales que modifican estados físicos, mentales y emocionales. Un detalle, una palabra, un regalo, un abrazo en un momento de necesidad puede cambiar una vida.

Por desgracia se oye con mucha frecuencia: “Siempre estás enferma, nunca te pondrás bien. A ti te gusta estar enfermo. Para que te cuidas tanto si al final te morirás ¿Para qué te cuidas? Mira tu amigo, se cuidó y así acabó. No hagas nada, no sirve. Si te hubieras cuidado, no te pasaría esto”, etc. Tantas y tantas frases hirientes, que se repiten una y otra vez. Frases que minan nuestro cerebro y que se graban con un mensaje negativo.

Cierto es que muchas de nuestras enfermedades o dolencias pueden ser causadas por nuestra mala cabeza o por hábitos que afectan a nuestro organismo, pero no siempre es así. Y aunque lo fuera, el recordárselo, el repetírselo a nuestros familiares no tiene utilidad alguna. En ocasiones empeoran.
Quizás sería mejor preguntar: ¿Qué puedo hacer para ayudarte a recuperarte? o ¿qué te parece si los dos hacemos algo juntos para que puedas evolucionar mejor?

Recuerdo con cariño mi médico de cabecera. Además de conocimiento sobre la enfermedad, tenía un gran conocimiento sobre el ser humano, sus necesidades más profundas, sus anhelos, sus temores. Sabía indagar más allá del dolor de estómago o dolor de cabeza. Se interesaba por la persona más que por el síntoma. Preguntaba sobre tu estado de ánimo, sobre tu relación con tus padres, sobre el colegio. Esas preguntas ya eran curativas. Esas preguntas estaban indicando que le importabas. ¡Cuánta sabiduría y medicina había en el corazón de ese médico! Todos los familiares tenemos la posibilidad de ejercer de “médicos del corazón”, apoyando, acompañando a nuestros enfermos.

De seguro que su recuperación sería más rápida y, si así no fuera, habría recibido una “medicina de atención” que les haría sentir mejor: aceptados, amados y cuidados.


¿Comunicación o incomunicación?

Vivimos una nueva era, la era de la comunicación.
Y con ella, nuestros hábitos han cambiado.


Ya no necesitamos salir tanto de casa para estar en contacto con la familia o con los amigos. Aquello de aprenderse de memoria los números de teléfono es historia; ahora todo está guardado en la agenda del móvil. ¡Y qué decir de los cumpleaños! Personalmente, ya sólo recuerdo el de mi madre y el de mi mejor amiga. Los demás, confío plenamente en que me avise Facebook. 

¿Recordáis cuando recibíais miles de llamadas telefónicas para felicitaros? Yo recibía un montón, el teléfono en casa no paraba. Con el tiempo, comencé a recibir las mismas felicitaciones vía SMS. Y ahora tengo el muro de Facebook lleno de comentarios y dibujitos de tartas. Me felicitan incluso personas a las que casi no recuerdo, pero echo de menos escuchar las voces humanas.
¿Cuántas cartas escritas de nuestro puño y letra hemos enviado a lo largo de estos últimos meses? ¿Y cuántas hemos recibido que no sean facturas o publicidad?

En una era que cada vez ofrece más, cada vez hacemos menos.


La tecnología ha evolucionado buscando siempre el máximo confort del ser humano, pero, poco a poco, también nos aleja de nuestra esencia misma como seres humanos. Cada día estamos un poquito más aislados del pequeño mundo que nos rodea día a día. Nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestros tenderos, compañeros de trabajo, familiares. Cada vez tenemos menos relaciones sociales físicas, y esto nos lleva a bajar la calidad de comunicarnos, de ser personas sensibles, de conmovernos con las inquietudes de otros y sonreír ante la alegría de un ser querido.

Paradójicamente, cuanto más cómoda es nuestra vida, más infelices somos, más perdidos nos sentimos.


Las nuevas herramientas tecnológicas deben ser nuestras aliadas, no nuestras enemigas. No suplamos relaciones cálidas y cariñosas por la frialdad de Internet. Utilicemos todo este confort como complemento, para ir todavía más allá, pero cuidando y esforzándonos en lo que ya tenemos. Jamás un comentario o un mensaje en el móvil podrá suplir la calidez de un abrazo.

Recordemos quiénes somos y qué somos por encima de todo, seres sociales, deseosos de contacto humano, anhelantes de cariño y amor, y tenemos mucho que ofrecer. Muchísimo que ofrecer.



lunes, 18 de febrero de 2013

Actividad física


Beneficios psicológicos del ejercicio


La vida es movimiento, todo lo que no se mueve tiende a menguar su función. La actividad aporta grandes beneficios, mentales, emocionales y físicos. Moverse es vivir. Una actividad física moderada en personas mayores es vital para su salud y para una calidad de vida.

Beneficios cognitivos: Los principales cambios cognitivos informados por las personas ancianas que hacen ejercicio físico son las mejoras en la atención, memoria y razonamiento.
Beneficios afectivos-emocionales: Estos beneficios se reflejarían en un aumento de la estabilidad emocional, relajación, aumento de la autoestima, bienestar y en la imagen corporal; además de reducir la ansiedad, depresión, la tensión y los efectos del estrés. Concluyendo, efectos positivos en el bienestar y la calidad de vida

Otro estudio sobre la actividad física en el que los mayores siguieron un programa de actividad física aeróbica mostró un mayor estado emocional positivo y se cree que era debido a la mayor capacidad cardiorrespiratoria y/o por aumento de la relajación, atención y seguridad en uno mismo, que en muchas ocasiones ofrece el ejercicio físico. El estudio concluyó en que la costumbre de realizar un alto nivel de ejercicio físico, en personas de 65 años, puede promover una más larga y duradera independencia a lo largo de la vida.

De lo que se puede deducir: Mejoras en la salud que llevan a una mayor independencia incrementan la valoración subjetiva de sentirse bien.

Por otra parte, otros estudios afirman que actividades como el tai chi tienen efectos positivos sobre la salud psicológica de los ancianos, no siendo necesarias actividades físicas vigorosas para tener beneficios sobre la salud. Un estudio que reafirma esta idea es el realizado por McAuley, en el que estudiaron los efectos diferentes que podían tener tanto el ejercicio físico aeróbico (andar) como ejercicio físico de baja intensidad (estiramientos y “pesas”), en personas de entre 60 y 75 años, examinadas después de los primeros 6 meses de entrenamiento físico y después de 12 meses desde el comienzo de la investigación. Así, vieron que ambos tipos de ejercicio producían una sensación subjetiva de sentirse bien, además de incrementar la felicidad y la satisfacción con la vida durante los primeros 6 meses de entrenamiento. Sin embargo, tras el doceavo mes observaron que la frecuencia de ejercicio no era lo que más les satisfacía, sino el soporte social del ejercicio, es decir, las relaciones interpersonales que se establecían con éste. Recordemos que somos seres sociales y que crecemos, nos apoyamos, avanzamos y disfrutamos en sociedad.


Cuando se llega a los 80


La ancianidad, un buen momento para pensar en el futuro


Este es el testimonio de Malcolm Cowley, destacado escritor estadounidense quien, a sus 80 años, decidió hacer algunas reflexiones sobre los cambios que se han presentado en él. Es cierto que se ha escrito sobre la vejez, pero pocas veces desde el punto de vista de un anciano.

No basta con tener amplios conocimientos literarios y basarse en estadísticas y reportes médicos; hace falta saber qué es lo que se siente convertirse en una persona de edad avanzada.

El cumpleaños número 80 es un buen momento para pensar en el futuro no en el pasado. Las expectativas de la vida se reducen y la entrada a ese nuevo ámbito de la existencia constituye una experiencia nueva que debe ser aprovechada al máximo.


El nuevo octogenario se siente más fuerte que nunca cuando está sentado en una confortable silla, medita sueña, recuerda. No quiere que los demás lo interrumpan, le parece que la vejez es no más un “traje” del que los otros se apropian; la verdad, la esencia del ser no tiene edad. En un momento se levantará para caminar por el bosque, llevan una escopeta, o una caña de pescar si es en primavera. Entonces, sus huesos crujen al ponerse de pie, se encorva para mantener el equilibrio, y se da cuenta de que no hará nada o solamente un mensaje; “estas viejo”. La sociedad ha envejecido a los ojos de los demás y lentamente llega a compartir su juicio. Mi cabello esta más encanecido, debió haber sido en 1974 cuando un joven se levantó y me ofreció el asiento de autobús de la avenida Madison. Ese mensaje amable y también desolador.

Para algunos, envejecer es una razón para darse por vencido, abandonar toda esperanza y continuar únicamente existiendo en la tediosa espera del cercano final. No tengo derecho de culpar a aquellos que se rinden, ya que no me es posible ponerme en su lugar. Frecuentemente, ellos se ven impedidos por razones de peso, físicas y morales. No sufren solamente a causa de varias dolencias, sino también por el dolor de sentir que no tiene nada más por hacer dentro de la comunidad sus familiares y vecinos no les piden consejos, ni los escuchan cuando hablan, ni los solicitan si se requiere ayuda. Yo comprendo sus problemas, pero los hombres y mujeres que envidio son aquellos que aceptan la vejez como una serie de retos. Para esta clase de personas, cada una nueva adolescencia es un enemigo al cual se debe engañar con astucia es un obstáculos a vencer como fuerza de voluntad. Disfrutan cada pequeña victoria sobre sí mismos y veces obtienen un éxito mayor.

Poeta o ama de casa, hombre de negocios o maestros, cada persona de edad avanzada necesita un proyecto de trabajo si quien necesita un proyecto de trabajo si quiere mantenerse viva.

No obstante los ancianos constituyen la gran fuente de labor no utilizada dentro de la sociedad que los considera únicamente como consumidores no como productores. No quiero expresar quejas de la suerte de las personas mayores. Como grupo, formamos una memoria de desventajas, pero algunos somos mucho más afortunados que otros. Aunque vamos en el mismo barco, con boletos hacia el mismo destino, no disfrutamos del mismo “confort” durante el viaje.

Envejecer con dignidad y coraje no es una tarea fácil , no hace falta leer para aprender que al llegar a los 80 años los horizontes Comienzan a estrecharse.

Aquellos que han llevado una vida rica en acontecimientos, son recompensados con gratos recuerdos. Los que han amado, tienen mayor posibilidades de ser amados

Muchos de los viejos amigos han desaparecido y se difícil encontrar nuevos. Entretener a los visitantes o ir de visita llega ser problemático. Poco a poco las personas de edad avanzada se encierren en si mismas, poco a poco se mantiene ocupados únicamente por lo que pasa en su imaginación.
Para ellos, este aislamiento en una ocupación apropiada en periodo de vida. Es todavía su obligación compartir efectos y contribuir con el mundo tanto como sea posible pero también tiene la tarea de encontrar y reunir las piezas de su personalidad.




Sabiduría y vejez


Existe una gran realidad que hoy día parece ser olvidada: La vejez está llena de sabiduría.
Por fortuna no todas las sociedades modernas consideran que los ancianos son personas limitadas intelectualmente.
Tal es el caso de lugares como China, donde ser viejo es ser sabio y las personas mayores gozan de una alta jerarquía en la sociedad.
Otros estudios realizados han demostrado que las personas mayores tal vez sean más lentas en realizar actividades intelectuales, pero las hacen con mucho más perfección que personas jóvenes y aunque tarden más tiempo en tomar decisiones se equivocan menos.
Los expertos geriatras afirman que el cerebro de un anciano no es inferior al de un joven, sino simplemente son distintos, al igual que el de un niño y un adulto.
Mientras las personas jóvenes son más rápidas para pensar y hacer las cosas, tienen grandes huecos en información y los ancianos suplen la falta de rapidez con su experiencia y sabiduría.


Saber envejecer

Siete "Perlas" para mejorar la vida de nuestros mayores


Una actitud de agradecimiento, el servicio a otros, una buena imagen, el humor, el optimismo, las aficiones, etc. son imprescindibles para una vida plena en el proceso del envejecimiento

1.- Cuidarás tu presentación día a día. Arréglate como si fueras a una fiesta. ¡Qué más fiesta que la vida! El baño diario, el peinado, la ropa, todo atractivo, oliendo a limpio, a buen gusto. El buen gusto es gratuito, no cuesta nada. Que al verte se alegren tu espejo y los ojos de los demás.

2.- No te encerrarás en tu casa ni en tu habitación. Nada de jugar al enclaustrado o al preso voluntario. Saldrás a la calle y al campo de paseo. “El agua estancada se pudre y la máquina inmóvil se enmohece”.

3.- Amarás el ejercicio físico como a ti mismo. Un rato de gimnasia, una caminata razonable dentro o fuera de casa, por lo menos abrir la puerta, regar las rosas, contestar el teléfono, baila aunque estés sol@, haz cualquier movimiento que te despegue de la cama y del sillón: “Contra pereza, diligencia”.

4.- Evitarás actitudes y gestos de viejo derrumbado, la cabeza gacha, la espalda encorvada, los pies arrastrándose. ¡No! Que la gente diga un piropo cuando pasas: ¡Qué rectecito el señor!, ¡Qué guapa la señora!”; Recuerda: las canas… ¡se tiñen! y las arrugas… ¡se disimulan con una amplia sonrisa! pero el arrastrar de pies…. eso sí es signo de vejez!

5.- No hablarás de tu edad ni te quejarás de tus achaques, reales o imaginarios… Acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que en realidad estás y te harán el vacío. A la gente no le gusta oír historias de hospital. Cuándo te pregunten ¿Cómo estás?, contestarás que: ¡Muy bien! ¡Divinamente!

6.- Cultivarás el optimismo sobre todas las cosas. Al mal tiempo, buena cara. Sé positivo en los juicios, de buen humor en las palabras, alegre de rostro, amable en los ademanes. No seas un viej@ amargad@. Se tiene la edad que se ejerce. La vejez no es cuestión de años sino un estado de ánimo. “El corazón no envejece”; (el cuero es el que se arruga).

7.- Tratarás de ser útil a ti mismo y a los demás. No eres un parásito ni una rama desgajada del árbol de la vida. Bástate a ti mismo hasta donde sea posible. Y ayuda, ayuda con una sonrisa, un consejo, un servicio. Al abrirte a los demás, dejarás de estar pensando en un “yo” angustiado y solitario.“Solo cuando se abre la nuez, aparece la almendra".


Nuevo Curso de Cuidadores de Personas Mayores



El pasado Sábado , 16 de Febrero, finalizó el Curso de Cuidadores de Personas Mayores. Con su edición número trece, Edades siguen mostrando su interés en formar a personas acerca de los cuidados de nuestros mayores. Un amplio abanico de temas fue expuesto por ocho profesionales, quienes impartieron los contenidos con una metodología sencilla y práctica.
En breve, el 9 de Marzo, se iniciará el Curso para Cuidadores de enfermos de Alzheimer, siguiendo la misma dinámica de horas, metodología y aprendizaje.